Nueva familia
Mientras que es verdad que hay un sentido en el que todos los seres humanos son hijos de Dios, al copiar los pecados de Adán de egoísmo y desobediencia nos hemos asociado naturalmente con Adán como nuestro antepasado espiritual más que con Dios. Consecuentemente es natural y genético que heredemos su naturaleza: pecadora, egoísta, de sufrimiento, y con tendencia hacia la muerte. El bautismo es sobre repudiar ese legado (aunque continuamos sufriendo sus consecuencias, si no es que su destino) y eligiendo ser parte de la familia de Dios.
¿Qué significa eso?
Efectivamente es como ser adoptado de una familia (la familia de Adán) a otra (la familia de Dios) a través de trabajo de Jesús. Ser parte de esta nueva familia trae consigo nuevos privilegios y nuevas responsabilidades:
“pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.”
(Gálatas 3:26-29)
Hay varios aspectos claves de nuestra nueva membresía de la familia de Dios después de nuestro bautismo:
- Nuestra relación con Dios como la cabeza de la casa y nuestra relación con Jesús;
- Nuestra relación con otros miembros de la familia;
- Nuestra relación con aquellos que no son parte de la familia.
Pensemos en cada uno de estos por separado.
Primero nuestra relación con Dios y Jesús. Esto es crítico. Como miembros de su familia, estamos hechos para agradarlos y obedecerles, seguir sus mandamientos y ser buenos representantes para aquellos que nos rodean.
El primer mandamiento – como el primer mandamiento de la ley de Moisés de cientos de años antes – es que debemos amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, fuerza y mente y ponerlo primero en nuestras vidas. Le mostramos que lo amamos al hacer de Sus mandamientos nuestra prioridad y al vivir de una manera que lo complacerá, cuando estemos en el trabajo, con nuestras familias o en cualquier otra situación.
Una familia mundial
¿Pero qué hay de nuestra relación con otros creyentes que también son miembros de la familia de Dios? Reunirse regularmente y trabajar con otros que creen lo mismo y comparten una esperanza común es un componente importante de la nueva vida en Cristo. Si bien es posible vivir en aislamiento de otros creyentes (en algunos casos puede que no haya otra alternativa), es tremendamente de ayuda el tener el apoyo y ánimo de otras personas que piensan igual. El valor de tener los bordes y esquinas filosas desprendiéndose entre si a través de la tarea a veces difícil de tener que llevarse bien no es para subestimar; puede que no siempre sea placentero, ¡pero probablemente es bueno para nosotros!
¿Pero qué constituye a la familia de Dios, y con cuáles creyentes deberíamos reunirnos? ¿Cualquier iglesia está bien? ¿Debe ser una en particular, y esto quiere decir que otras iglesias y denominaciones no son parte de la familia verdadera de Dios?
Ultimadamente, por supuesto, estas son preguntas para ser decididas por Dios. El será el juez de quien esta en su familia y quien no. pero eso no nos libera del gancho. Cada uno tiene una responsabilidad personal de elegir sabia y cuidadosamente la iglesia o comunidad correcta para unirse. Es importante no elegir solamente en base a lo que se “siente” bien, lo que parece ser más moderno o sofisticado, o cual iglesia tiene a la gente con la que mejor nos llevamos. Dios pone un Dios concede un premio a ambos, tanto a la gente que entiende sobre El (eso es, si las creencias son ciertas o falsas) y también lo que hacen sobre ese entendimiento. En una época más temprana puede que haya habido una tendencia a de la gente a estar más preocupados por lo primero, mientras que ahora el péndulo se ha movido hacia lo segundo. Ambos son importantes, de igual manera.
Cada uno de nosotros tenemos una responsabilidad a examinar la Biblia por nuestra cuenta y comparar sus enseñanzas con las diversas iglesias Cristianas y las denominaciones que podamos conocer, para decidir si enseñan o no la verdad de la Biblia. Hay un ejemplo de algunos creyentes bautizados en la Biblia que descubrieron que realmente no entendían de manera apropiada algunos aspectos importantes del mensaje de la Biblia cuando recién se bautizaron y por lo tanto se bautizaron de nuevo (esto está grabado en Hechos 19). Es un incidente muy sorprendente, pero muestra que lo que uno cree y lo que la iglesia enseña en verdad importa. También es importante que una iglesia que enseña las cosas correctas también intenta hacerlas: adorar a Dios sinceramente y con todo el corazón, apoyarse los unos a los otros cualesquiera que sean nuestras habilidades o incapacidades, y estar envuelto en el trabajo de Dios dentro y fuera del grupo inmediato de creyentes. 12
Partiendo el pan y compañerismo
Una vez que has sido bautizado dentro de una comunidad en la que crees que se acerca mucho a la esperanza y práctica de la Biblia, es una buena idea involucrarte lo más que puedas. La palabra “compañerismo” en un concepto bíblico importante, y esto quiere decir ser uno con tus hermanos y hermanas (los otros miembros de tu familia espiritual). Juntos todos compartimos una necesidad de salvación, y necesitamos el apoyo uso de otros mientras tratamos de viajar hacia el reino de Dios.
El compañerismo incluye cosas como leer y estudiar la Biblia juntos, rezar juntos, adorar juntos, involucrarse en actos de caridad, cuidado o predicación, obteniendo ayuda para abordar dificultades y problemas, apoyando a los débiles y alegrándonos con los fuertes. Uno de los actos de compañerismo más importantes es la partición del pan y beber vino (“comunión”) en memoria del sacrificio del Señor Jesús. Los apóstoles del primer siglo llevaron a cabo este este simple acto de recuerdo el primer día de la semana (domingo). Es un momento simple pero poderoso de la vida de Jesús, su trabajo y su sacrificio y su muerte y resurrección. El pan, el cual es pasado alrededor para que cada miembro bautizado pueda partirlo y comer un pequeño pedazo, es un símbolo del cuerpo de Jesús – una vida dada en sacrificio a su Padre – y en la unidad que lo creyentes comparten en el. El vino, también pasado para que cada miembro creyente pueda tomar un sorbo, es un símbolo de la sangre de Jesús, la cual fue derramada como sacrificio por el pecado.
El mundo alrededor
Continuando con el simbolismo familiar, también hay responsabilidades para aquellos que puede que no crean en Dios o que no se han comprometido a una nueva vida en Cristo a través del bautismo – responsabilidades fuera de la familia. Durante el ministerio de Jesús el predicó el Evangelio, pero también curó a los enfermos. El emparejamiento de estos dos elementos como resumen de su ministerio es importante. Jesús trajo un mensaje sobre el futuro y sobre sobre el arrepentimiento espiritual y transformación que eran necesarios para prepararnos. Pero también ayudo gente en el aquí y el ahora al curar sus enfermedades y dándoles alivio verdadero. El sabía que enfermarían de nuevo y que el alivio que les dio era solo temporal, pero era importante para el proveerlos, sin embargo. Claramente le importaban las circunstancias y el sufrimiento de otros e hizo lo que pudo para ayudar.
Similarmente, en el Antiguo Testamento, era una parte crucial de la Ley de Moisés que los Judíos debían cuidar de los pobres y los desventurados, las viudas y los huérfanos, y aquellos que no tienen a nadie más que los ayude. Estas responsabilidades se mantienen importantes hoy en día. Esto sugiere que los actos de amabilidad hacia otros están en entera consonancia con es espíritu de la Biblia (ya sea que esto sea con nuestros vecinos y conocidos, o a mayo escala a través de caridades o trabajo voluntario). Al ayudar con tales cosas no resolveremos los problemas del mundo en absoluto – solo Dios puede hacer eso mandando a Jesús para establecer su reino – pero mostraremos que nos importa y que apreciamos el cuidado que Dios ha mostrado para con nosotros. Mientras que el mensaje del Evangelio es lo único que realmente puede salvar hombres y mujeres en cualquier sentido final, el hecho se mantiene a través de actos diarios ordinarios de amabilidad estaremos mostrando nuestra preocupación y compasión y siguiendo un buen ejemplo de las Escrituras. Jesús dijo una famosa parábola, la del buen Samaritano, para recordarnos de nuestra responsabilidad de cuidar de aquellos que no pensaríamos, de la persona que podríamos ser reacios de ayudar y cautelosos.
El apóstol Santiago lo pone de esta manera:
“La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.”
(Santiago 1:27)